martes, 6 de septiembre de 2011

OBRA DE TEATRO

OBRA DE TEATRO (en lugar de YERMA)

La Universidad Autónoma de la Ciudad de México
a través del Centro Cultural Casa Talavera
 
INVITAN
 
 
"Hombre Pequeño"
 
Puesta en escena de la compañía "VICO" compañía idependiente integrada por alumnos de la UACM-San Lorenzo Tezonco
 
Una reflexión sobre la sociedad actual y los estragos en la identidad y la precepción hacia nosotros mismos.
 
 
Jueves 8 de septiembre, 18:00 hrs.
 
Centro Cultural Casa Talavera
Talavera 20, esquina República de El Salvador, Col. Centro.
tel. 55 42 99 63
 
Entrada Libre

LINEAMIENTOS PARA CERTIFICACIÓN

LINEAMIENTOS PARA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS  
                       LINEAMIENTOS PARA LOS ALUMNOS QUE CERTIFICAN POR PORTAFOLIO
Profesora Patricia Bermúdez Cruz  
EVALUACIÓN PRESENCIAL:
Los alumnos que certifican por esta modalidad deberán tener el 80% mínimo de asistencia.
Los elementos a evaluar son:   -          EJERCICIOS/PARTICIPACIÓN-40% -          ENSAYOS (monólogo y diálogo)- 20% -          EXPOSICIÓN-20% -          TRABAJO FINAL-20%
La elaboración del trabajo final deberá respetar lo siguiente:
TRABAJO FINAL   El trabajo final no deberá exceder las tres cuartillas a doble espacio, con letra tipo Arial o Times New Roman, punto 12, con una carátula que presente los puntos básicos, engrapado y en un sobre amarillo.     El trabajo final deberá ser una crónica informativa, opinativa o interpretativa acerca del tema de Video-política, que tenga las siguientes características:   Un título original relacionado al tema central de la crónica La Estructura textual con: eje anecdótico, secuencias narrativas cronológicas y cierre narrativo. Utilizar, al menos, tres funciones de la lengua según el modelo de Roman Jakobson Empleo de otros modos discursivos (descriptivo, expositivo o argumentativo). Propiedades textuales. Es necesario que cuente con marcadores textuales (cohesión), relación lógica de ideas (coherencia).   Un manejo adecuado de la voz pronominal. El uso correcto de los signos de puntuación. Elementos gramaticales (verbo, adjetivo, adverbio)   El estudiante deberá asegurarse de que se ha cuidado suficientemente la redacción y la ortografía de la crónica. Además, deberá acudir a dos revisiones de su texto con su profesor del curso,  los alumnos no inscritos deberán acudir con el comité del curso a certificar, cabe señalar que, la revisión de los borradores es obligatoria para tener derecho a la entrega del producto final a certificar. Lo anterior será constatable por cada profesor, ya que este será responsable de la evaluación de sus estudiantes asignados en sus cursos.
Las fechas establecidas para las revisiones son:
-1ª.  Revisión del 17 al 24 de noviembre.
-2ª.  Revisión del 253 al 30 de noviembre.
La crónica deberá demostrar el manejo de la siguiente bibliografía obligatoria:
La bibliografía obligatoria es:
Sartori, Giovanni (2010). Homo videns. La sociedad teledirigida. México: Punto de lectura.
__________ (2008). La política. Lógica y método en las ciencias sociales. México: Fondo de Cultura  Económica.        
Villamil, Jenaro.  (2009).   Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto. México: Grijalbo.
_____________ (2005). La televisión que nos gobierna. Modelo y estructura desde sus orígenes. México: Grijalbo.          
             LINEAMIENTOS PARA LOS ALUMNOS QUE CERTIFICAN POR TRABAJO FINAL   Deberán presentar el trabajo final con las características y fechas anteriores mencionadas, teniendo en cuenta que, la presentación del trabajo equivale al 100% de la calificación, dividida de acuerdo a la definición de indicadores de evaluación.

jueves, 4 de agosto de 2011

Suave patria

PROEMIO




Yo que sólo canté de la exquisita

partitura del íntimo decoro,

alzo hoy la voz a la mitad del foro

a la manera del tenor que imita

la gutural modulación del bajo

para cortar a la epopeya un gajo.



Navegaré por las olas civiles

con remos que no pesan, porque van

como los brazos del correo chuan

que remaba la Mancha con fusiles.



Diré con una épica sordina:

la Patria es impecable y diamantina.



Suave Patria: permite que te envuelva

en la más honda música de selva

con que me modelaste por entero

al golpe cadencioso de las hachas,

entre risas y gritos de muchachas

y pájaros de oficio carpintero.



PRIMER ACTO



Patria: tu superficie es el maíz,

tus minas el palacio del Rey de Oros,

y tu cielo, las garzas en desliz

y el relámpago verde de los loros.



El Niño Dios te escrituró un establo

y los veneros del petróleo el diablo.



Sobre tu Capital, cada hora vuela

ojerosa y pintada, en carretela;

y en tu provincia, del reloj en vela

que rondan los palomos colipavos,

las campanadas caen como centavos.



Patria: tu mutilado territorio

se viste de percal y de abalorio.



Suave Patria: tu casa todavía

es tan grande, que el tren va por la vía

como aguinaldo de juguetería.



Y en el barullo de las estaciones,

con tu mirada de mestiza, pones

la inmensidad sobre los corazones.



¿Quién, en la noche que asusta a la rana,

no miró, antes de saber del vicio,

del brazo de su novia, la galana

pólvora de los juegos de artificio?



Suave Patria: en tu tórrido festín

luces policromías de delfín,

y con tu pelo rubio se desposa

el alma, equilibrista chuparrosa,

y a tus dos trenzas de tabaco sabe

ofrendar aguamiel toda mi briosa

raza de bailadores de jarabe.



Tu barro suena a plata, y en tu puño

su sonora miseria es alcancía;

y por las madrugadas del terruño,

en calles como espejos se vacía

el santo olor de la panadería.



Cuando nacemos, nos regalas notas,

después, un paraíso de compotas,

y luego te regalas toda entera

suave Patria, alacena y pajarera.



Al triste y al feliz dices que sí,

que en tu lengua de amor prueben de ti

la picadura del ajonjolí.



¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena

de deleites frenéticos nos llena!



Trueno de nuestras nubes, que nos baña

de locura, enloquece a la montaña,

requiebra a la mujer, sana al lunático,

incorpora a los muertos, pide el Viático,

y al fin derrumba las madererías

de Dios, sobre las tierras labrantías.



Trueno del temporal: oigo en tus quejas

crujir los esqueletos en parejas,

oigo lo que se fue, lo que aún no toco

y la hora actual con su vientre de coco.

Y oigo en el brinco de tu ida y venida,

oh trueno, la ruleta de mi vida.



INTERMEDIO



(Cuauhtémoc)



Joven abuelo: escúchame loarte,

único héroe a la altura del arte.



Anacrónicamente, absurdamente,

a tu nopal inclínase el rosal;

al idioma del blanco, tú lo imantas

y es surtidor de católica fuente

que de responsos llena el victorial

zócalo de cenizas de tus plantas.



No como a César el rubor patricio

te cubre el rostro en medio del suplicio;

tu cabeza desnuda se nos queda,

hemisféricamente de moneda.



Moneda espiritual en que se fragua

todo lo que sufriste: la piragua

prisionera , al azoro de tus crías,

el sollozar de tus mitologías,

la Malinche, los ídolos a nado,

y por encima, haberte desatado

del pecho curvo de la emperatriz

como del pecho de una codorniz.



SEGUNDO ACTO



Suave Patria: tú vales por el río

de las virtudes de tu mujerío.

Tus hijas atraviesan como hadas,

o destilando un invisible alcohol,

vestidas con las redes de tu sol,

cruzan como botellas alambradas.



Suave Patria: te amo no cual mito,

sino por tu verdad de pan bendito;

como a niña que asoma por la reja

con la blusa corrida hasta la oreja

y la falda bajada hasta el huesito.



Inaccesible al deshonor, floreces;

creeré en ti, mientras una mejicana

en su tápalo lleve los dobleces

de la tienda, a las seis de la mañana,

y al estrenar su lujo, quede lleno

el país, del aroma del estreno.



Como la sota moza, Patria mía,

en piso de metal, vives al día,

de milagros, como la lotería.



Tu imagen, el Palacio Nacional,

con tu misma grandeza y con tu igual

estatura de niño y de dedal.



Te dará, frente al hambre y al obús,

un higo San Felipe de Jesús.



Suave Patria, vendedora de chía:

quiero raptarte en la cuaresma opaca,

sobre un garañón, y con matraca,

y entre los tiros de la policía.



Tus entrañas no niegan un asilo

para el ave que el párvulo sepulta

en una caja de carretes de hilo,

y nuestra juventud, llorando, oculta

dentro de ti el cadáver hecho poma

de aves que hablan nuestro mismo idioma.



Si me ahogo en tus julios, a mí baja

desde el vergel de tu peinado denso

frescura de rebozo y de tinaja,

y si tirito, dejas que me arrope

en tu respiración azul de incienso

y en tus carnosos labios de rompope.



Por tu balcón de palmas bendecidas

el Domingo de Ramos, yo desfilo

lleno de sombra, porque tú trepidas.



Quieren morir tu ánima y tu estilo,

cual muriéndose van las cantadoras

que en las ferias, con el bravío pecho

empitonando la camisa, han hecho

la lujuria y el ritmo de las horas.



Patria, te doy de tu dicha la clave:

sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;

cincuenta veces es igual el AVE

taladrada en el hilo del rosario,

y es más feliz que tú, Patria suave.



Sé igual y fiel; pupilas de abandono;

sedienta voz, la trigarante faja

en tus pechugas al vapor; y un trono

a la intemperie, cual una sonaja:

la carretera alegórica de paja.







La nostalgia viaja en tranvía

Algarabía, divertimento, cultura y lenguaje, 15, Aljamia, México, 2004, pp. 28-34.


La nostalgia

viaja en

tranvía

por Georg Leidenberger

Van a los caldos a eso de la madrugada

los que por suerte se escaparon de la Vial,

un trío les canta en Indianilla donde acaban

ricos y pobres del Distrito Federal

Chava Flores, “Sábado Distrito Federal”





El tranvía nos recuerda una ciudad que era más tranquila y transparente, menos congestionada; una ciudad cercana a la naturaleza como en la película La ilusión viaja en tranvía de Luis Buñuel (1953), cuando el tren de Tlalpan todavía pasaba a través del campo con las chinampas y los volcanes de fondo. Pero una cosa son los recuerdos y otra la historia. El 15 de enero de 1900 un tranvía eléctrico circuló por primera vez entre la Plaza de Armas —hoy el Zócalo— y un pequeño pueblo llamado Tacubaya, a las afueras de la ciudad. En un tiempo en que los trenes eran tirados por mulas, el tranvía fue recibido como una maravillosa innovación: operado por la invisible y aparentemente mágica fuerza de la electricidad, parecía traer el progreso a la ciudad de México; y durante las siguientes tres décadas se convirtió en el medio de transporte público más importante de ella. En él uno se podía trasladar desde el Centro hasta Cuajimalpa hacia el poniente; Xochimilco y Tláhuac hacia el sur; el Peñón de los Baños hacia el oriente — el cerro que está frente al aeropuerto — y Tlalnepantla hacia el norte. Y por medio de estas vías férreas la ciudad creció en forma de «una gran tortuga que extiende sus patas dislocadas», en palabras de Manuel Gutiérrez Nájera.

Al ser el tranvía prácticamente el único medio de transporte disponible, todos los residentes de la urbe recurrieron a él: beatas, catrines, matanceros del rastro, grupos de estudiantes, burócratas, damas ricas y hasta uno que otro gringo, fue verdaderamente un transporte público, representativo de todos los estratos sociales. También, en ocasiones, los tranvías llevaron personas en cadenas —en los carros de prisioneros— y en ataúdes —en los carros fúnebres— y transportaron todo tipo de carga, desde cueros, pulque y carneros —vivos o muertos—, hasta costales de cemento, timbales con tripiés y pianos verticales.

¿Pero era realmente esa ciudad más tranquila y civilizada, comparada a la de hoy? En horas pico había dentro del carro «amontonamientos» que sólo la pluma de Gutiérrez Nájera pudo trasformar en algo poético: «los asientos [en el tren de primera clase] se toman por asalto y se necesitaba que interviniera la policía para moderar el entusiasmo de los viajeros. [...] Los pasajeros se ondulan y se dividen en dos grupos compactos, para dejar paso expedito al recién llegado. [...] El cobrador sacude su sombrero —mojado de la lluvia— y un benéfico rocío baña la cara de los circunstantes, como si hubiera atravesado por en medio del wagón [sic] un sacerdote repartiendo bendiciones e hisopazos». Los pasajeros, «sobre todo, las señoras» se quejan del «trato soez y descomedido» que reciben de los conductores de los trenes: a los que «no llevan suelto el importe del pasaje» los llegan «a insultar».

Para los usuarios de comienzos del siglo XX el tranvía representaba una máquina destructiva, capaz de atropellar, lesionar, despedazar, triturar o atravesar cualquier parte del cuerpo humano.

Fue en los años 20 cuando una nueva amenaza vehicular llegó a hacerle competencia al tranvía en la imaginación morbosa del público: los camiones. Éstos no eran otra cosa que Fords modelo T convertidos en una especie de colectivos, que pasaban «como ráfagas por las avenidas de la urbe [...] como exhalaciones, barriendo huracanadamente las calles estáticas, abriéndose paso de manera triunfadora». En comparación, «los tranvías —escribe Novo— resultan tan lentos que ni los suicidas los prefieren».

Es posible que al desaparecer del paisaje urbano de la ciudad, el tranvía se convirtiera en algo nostálgico.

El «último tranvía» hizo su recorrido el 2 de octubre de 1984, de Xochimilco al Zócalo. Al final, parece que es la naturaleza la que le dio la puñalada mortal: el terremoto de 1985 destruyó el taller de mantenimiento en el que se encontraban carros de trenes destinados a ser remodelados y vueltos a la circulación, pero que a partir de entonces quedaron enterrados para siempre.

No hay duda de que perdimos algo cuando se nos fue el tranvía: ya que sólo por el hecho de operar sobre rieles perdimos un medio de transporte más ordenado, seguro y menos contaminante.

No obstante, sea como sea la historia verdadera, mantengamos una visión del tranvía como emblema de una ciudad perdida, porque sólo por medio de la imaginación de un pasado mejor podemos hallar la visión de un futuro mejor; y esto se aplica al transporte y a toda la ciudad en que vivimos. Así que cuando llegue el próximo 2 de octubre, conmemoremos otro aniversario, uno que es también lamentable: la desaparición definitiva del tranvía de la ciudad de México. ¿Y por qué no?, para aliviar la nostalgia podemos tomar el tren ligero —lo más cercano que nos queda al tranvía— en Taxqueña para ir a pasar un día de campo a Xochimilco.